miércoles, 1 de julio de 2015

Ceguera por falta de atención

La ceguera por falta de atención: Cómo la carga de nuestra memoria nos deja “ciegos” para ver nueva información visual.

Tratando de mantener una imagen que acabamos de ver en la memoria nos puede dejar “ciegos” para ver las cosas que estamos 'buscando”, de acuerdo a un nuevo estudio apoyado por el Wellcome Trust.

Desde hace tiempo sabemos que cuando nuestros cerebros están enfocados en una tarea, podemos dejar de ver otras cosas que están a la vista. Este fenómeno, conocido como "ceguera por falta de atención", se ejemplifica con el famoso experimento 'gorila invisible "en el que la gente mirando un video de jugadores pasando una pelota de baloncesto y contando el número de pasadas no logran ver a un hombre en un traje de gorila que camina a través del centro de la pantalla. (Video: https://www.youtube.com/watch?v=sOZ71QscGJY) 

Los nuevos resultados revelan que nuestro campo visual no necesita estar abarrotado de otros objetos para causar esta "ceguera" y que solo con recordar algo que acabamos de ver es suficiente para hacernos inconscientes de las cosas que suceden a nuestro alrededor.

El Profesor Nilli Lavie del UCL Instituto de Neurociencia Cognitiva, quien dirigió el estudio, explica: "Un ejemplo donde esto es relevante en el mundo real es cuando las personas están siguiendo instrucciones de un navegador vía satélite mientras conducen un vehículo.

"Nuestra investigación sugiere que al focalizarnos para recordar las instrucciones que acabamos 
de ver en la pantalla significa que somos más propensos a dejar de observar otros peligros que nos rodean en el camino, por ejemplo, una moto que se acerca o un peatón en un cruce, a pesar de que podemos estar "mirando” adónde vamos ".


Los participantes en el estudio debían realizar una tarea de memoria visual  mientras los investigadores analizaron la actividad de sus cerebros usando resonancia magnética funcional. Los resultados revelaron que mientras los participantes estaban ocupados en recordar una imagen que habían visto unos minutos antes, no pudieron ver un destello de luz que se les pidió que detectaran, a pesar de que no había nada más en su campo visual en el momento.

Los participantes podían detectar fácilmente el flash de la luz cuando su mente no estaba ocupada. Al mismo tiempo, el equipo observó que se redujo la actividad en el área del cerebro que procesa la información visual entrante - la corteza visual primaria.
Profesor Lavie añade: "La 'ceguera' parece estar causada por una falla en la transmisión de los mensajes visuales que no consiguen llegar al cerebro en el flujo de información, lo que significa que mientras los ojos “ven” el objeto, el cerebro no".

La idea de que hay una competencia en el cerebro por un poder de procesamiento de la información limitado se conoce como “teoría de la carga” y fue propuesta por primera vez por el profesor Lavie hace más de una década. La teoría explica por qué el cerebro no puede detectar eventos muy visibles en el campo visual, como ser el hombre en un traje de gorila, cuando la atención se centra en una tarea que implica un alto nivel de carga de información.

La investigación revela una vía de la competencia en el cerebro entre la nueva información visual y la memoria visual a corto plazo que no fue apreciado antes. En otras palabras, el acto de recordar algo que hemos visto que no está actualmente en nuestro campo de visión significa que no vemos lo que estamos mirando. 

Esto resulta particularmente importante en esta época cuando los estímulos externos son tantos y tan rápidos que pueden provocar esta ceguera por inatención en momentos que pueden implicar un riesgo para nosotros y los demás.



Hablar por celular al conducir provoca ceguera por desatención por lo cual la gente mira pero no ve información en el ambiente por el que conduce. Puede no ver un peatón o un semáforo.
Un estudio del 2002 estimó que hablar por celular mientras se conduce provoca más de 2.500 muertes y 330.000 heridos cada año en US.
En Argentina en el año 2011 el 9,7% de los conductores de auto, hablan por celular y el 13,4% de los peatones lo hacen mientras circulan por las calles de la ciudad.












La probabilidad de tener un accidente mientras se habla por teléfono celular es la misma que la de tener un accidente cuando se conduce con un nivel de alcohol de 0,8.
Para quien envía mensajes de texto el riesgo se duplica ya que en esta actividad hay distracción visual, manual y cognitiva.




Mucho se ha dicho y escrito sobre este tema pero todavía es necesario una mayor toma de conciencia de los riesgos y las consecuencias que estas acciones pueden provocar. El viejo dicho “Mejor prevenir que curar” una vez más aplica para entender que tomar conciencia después de un accidente puede ser irreparable y demasiado tarde!

lunes, 15 de junio de 2015

Tu celular vs tu corazón

¿Cuándo fue la última vez que entraste a  un lugar público y notaste que la mitad de las personas a tu
alrededor estaban inclinados sobre una pantalla digital, conectados a otro lugar?
La mayoría de nosotros tenemos conciencia de las ventajas que nos ofrece el acceso electrónico instantáneo. Pero, qué hay de los costos que esto implica?
Nuestros hábitos arraigados nos cambian. Los neurocientíficos dicen que las neuronas que se disparan juntas, se conectan entre sí, lo que significa que cuando una conducta se repite lo suficiente, las neuronas que son activadas en ese momento tenderán a hacerlo con mucha facilidad. Esto muestra cómo las experiencias dejan huellas en nuestras redes neuronales, un fenómeno llamado neuroplasticidad. Cualquier hábito moldea la estructura misma del cerebro de manera que fortalezca su tendencia a repetir ese hábito.

La plasticidad, la propensión a ser conformada por la experiencia, no se limita al cerebro. Todos sabemos que cuando llevamos una vida sedentaria, nuestros músculos se atrofian y disminuye la fuerza física. Lo que tal vez no sepamos es que nuestros hábitos de relación social también dejan su propia huella física en nosotros.

¿Cuánto tiempo pasas con otras personas? Y cuando lo haces, estás realmente conectado y en sintonía con ellos? Tus respuestas a estas sencillas preguntas bien pueden revelar tu capacidad biológica para conectarte con los demás.


Varias investigaciones han mostrado que personas que practican algún tipo de meditación o relajación  no sólo se sienten más optimistas y conectados socialmente sino que también alteran una parte clave de su sistema cardiovascular llamado tono vagal. Los científicos solían pensar que el tono vagal era bastante estable, al igual que la estatura en la edad adulta.
Estudios recientes muestran que esta parte del ser humano también tiene plasticidad y es alterado por sus hábitos sociales.
Para entender por qué esto es importante, aquí va una explicación simple de anatomía. El cerebro está ligado al corazón por el nervio vago. Variaciones sutiles en la frecuencia cardíaca revelan la fuerza de esta conexión cerebro-corazón, y como tal, la variabilidad de la frecuencia cardíaca proporciona un índice del tono vagal.
En general, cuanto mayor sea el tono vagal, mejor. Esto significa que el cuerpo está en mejores condiciones para regular los sistemas internos que lo mantienen saludable, como el cardiovascular, la glucosa y la respuesta inmune.
Más allá de estos efectos en la salud, el neurocientífico conductual Stephen Porges ha demostrado que el tono vagal es fundamental para cosas como la expresividad facial y la capacidad de sintonizar con la frecuencia de la voz humana. Al aumentar el tono vagal de la gente, aumentamos nuestra capacidad de conexión,  amistad y empatía.
En resumen, cuanto más en sintonía con los que nos rodeen estemos, más saludables estaremos. Si no hacemos un ejercicio frecuente de estas habilidades, esta capacidad de conectar cara a cara,  finalmente nos encontraremos con que la capacidad biológica básica para hacerlo se ve disminuida.

Como padres en esta era digital, tal vez deberíamos preocuparnos sobre cómo nuestras propias acciones - como los mensajes de texto durante la lactancia o  prestar más atención al teléfono que a un hijo - dejan huellas no solo en nuestros circuitos neuronales, sino, más aún, en los de nuestros hijos; circuitos que fortalecen o debilitan habilidades esenciales para la vida de todo ser humano.

Al compartir una sonrisa o reír con alguien cara a cara, una sincronía discernible surge entre dos personas, como sus gestos y bioquímicas, incluso sus respectivos disparos neuronales, vienen a reflejar entre sí.  Micro momentos como estos, en los que una ola de sentimientos positivos fluye a través de dos cerebros y cuerpos a la vez, desarrollan nuestra capacidad para sentir empatía y al mismo tiempo,  mejoran nuestra salud.

Si no hacemos este ejercicio regularmente esta capacidad se marchita. Afortunadamente, la conexión con los demás nos hace bien y nos hace sentir bien, y oportunidades para hacerlo abundan.
Así que la próxima vez que veas a un amigo, o un niño, una pareja o alguien que te importe, pasando demasiado tiempo  frente a una pantalla, extiende una mano e invítalo de nuevo al mundo de los encuentros sociales reales.  
No solamente estarás ayudándolo a tener una mejor salud y habilidades empáticas, sino te ayudarás a ti mismo también.