La
velocidad vertiginosa de la vida moderna y nuestra preocupación extrema por el
futuro pueden acecharnos y empobrecer el presente.
Casi
todos los avances tecnológicos nos permiten realizar más tareas y con mayor
rapidez. La ventaja de ahorrar tiempo va
de la mano con el gran valor que le damos a ser previsores para el futuro. Esta “virtud” puede ser tan agresiva que
incluso en la conversación más irrelevante somos capaces de no estar escuchando
sino planificando una respuesta ingeniosa.
Ahorrando
tiempo (¿para qué?) y planificando el futuro (que llegó ayer pero que en
realidad no llega nunca) perdemos las amplias posibilidades del presente.
Saborear
o disfrutar la vida es la conciencia del placer y la atención consciente y
deliberada ante la experiencia de éste.
Cinco
técnicas que favorecen el disfrute o saboreo:
- Compartir con otras personas: buscar otras personas con las que compartir la experiencia y a quienes contarles el valor que le otorgamos a ese momento.
- Guardarlo en la memoria: tomar una fotografía mental o llevarse algún recuerdo físico del evento y evocarlo más adelante.
- Autoelogio: no temer al orgullo. Recordar el tiempo que esperamos por este momento y felicitarnos por habernos entrenado para poder hacerlo.
- Agudizar la percepción: centrar nuestra atención en los elementos que elegimos y omitir los demás. Por ejemplo, al escuchar una música cerrar los ojos y así agudizar nuestro sentido del oído.
- Ensimismamiento: permanecer completamente absorto y tratar de no pensar, sino solo sentir. No pensar en lo que se debería hacer, qué ocurrirá a continuación o tratar de mejorar el momento. Solo vivirlo. Dejar fluir.
El saborear o disfrutar la vida es
transitarla con la mayor fluidez posible,
no son las metas o los logros
solamente. Tratemos de saborear el antes , el durante y el después de los
mismos. Unicamente así, podremos encontrar el sentido mismo de la vida.